Nuestro lema:

Nuestro lema: "Somos pueblo sacerdotal"

miércoles, 24 de abril de 2013

Nuestra Iglesia



PERFIL  DE LA IGLESIA COMUNIDAD DE COMUNIDADES NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.


Amamos  y  adoramos a nuestro Padre Dios Creador de toda vida (Col. 1,16-17). Reconocemos a Jesús como liberador y redentor. Bendecimos y agradecemos la fortaleza que nos da el Espíritu Santo, Amamos a María como Madre de Jesús y Madre nuestra.
Confesamos: el credo apostólico. Celebramos los sacramentos como fiesta de la vida. Asumimos como fuente de vida las sagradas escrituras y el magisterio de la iglesia, con algunas excepciones como es la INFALIBILIDAD DEL PAPA.

Por la sucesión apostólica que legítimamente hemos recibido tenemos la autoridad que nos ha dado Jesús de restituir el orden sacerdotal para las mujeres, como en los primeros siglos. Nos solidarizamos y buscamos la unidad con todas las iglesias ecuménicas.

La Iglesia "Comunidad de Comunidades Ntra. Sra. de Guadalupe, es parte de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica y estamos para servir a todos los seres humanos, especialmente los más pobres, que desean verdaderas transformaciones religiosas, sociales y antropológicas para la construcción de una sociedad más justa y fraterna, haciendo creíble el evangelio entre todas las gentes.

Presentamos una nueva opción de servicio a quienes por diversos motivos ya no concuerdan ni confían en la iglesia tradicional, porque ya no sirve a los pobres del evangelio de Cristo, sino a sus intereses.

A través de los siglos las altas jerarquías tradicionales han aceptado los privilegios del poder económico, político, social en medio de pueblos que viven en extrema pobreza y que claman al cielo por la justicia social y la solidaridad humana.

El pueblo de Dios, desde todos los ángulos de la tierra ha planteado peticiones formales solicitando reformas sustanciales a sus jerarquías clericales.

Es por ello que nuestra iglesia apoya los esfuerzos de miles de católicos de todo el mundo, que claman ardientemente por el rompimiento de estructuras milenarias que ya no responden a las necesidades actuales de la nueva sociedad.

Nuestro interés no es separarnos de la iglesia, sino pedirle que se una a los clamores de sacerdotes ejemplares de su misma iglesia católica y los pueblos que no quieren divisiones, sino unidad en medio de la diversidad.

No podemos tolerar que sean miles y miles los sacerdotes que se están separando de la iglesia tradicional de Roma, porque ésta ha impuesto normas totalmente contrarias al derecho natural de fundar sus familias.

Es una traición a la naturaleza que Dios nos ha dado, a Jesús, a sus apóstoles y las primeras comunidades cristianas, que la Iglesia Latina Católica Romana, sea la única iglesia que ha impuesto la ley obligatoria del celibato sacerdotal en el planeta.

Estamos ansiosos de hacer una interpretación correcta de las Sagradas Escrituras, que traigan la Buena Nueva de Cristo y sus profetas y conduzcan al respeto de los legítimos derechos humanos de las personas y de los pueblos.

Los sacerdotes y las sacerdotisas tienen el derecho de disfrutar de la ley natural y sagrada de la procreación de la especie humana.“Creced, multiplicaos y perfeccionad la tierra” (Gen. 1,27)

Nos alegramos y respetamos que haya sacerdotes y congregaciones religiosas que no por ley impuesta, sino libremente han optado por el celibato, y mantienen su compromiso con el cumplimiento del santo Evangelio.

El sacramento sacerdotal, no puede reñir poniéndose en contra del sacramento matrimonial para aquellos hermanos consagrados a Dios, que hayan recibido la gracia de constituir su hogar familiar.(Gen 1, 27).

No imponemos, tenemos espíritu de diálogo ecuménico hacia las iglesias hermanas, buscando opciones positivas dentro del depósito de la fe, dignidad, libertad y derechos humanos del clero y de los laicos.

Aceptamos con toda alegría el manifiesto de total igualdad y fraternidad que Jesús nos ha anunciado cuando dijo: “a nadie le digáis padre, a nadie le digáis señor, a nadie le digáis maestro, porque uno solo es vuestro padre, señor y maestro. Todos vosotros sois hermanos”.
Amamos a la Santísima Virgen María, Madre de Cristo y nuestra, colocándola en el lugar de honor con que Dios la ha distinguido de acuerdo a la historia de la salvación (Luc. 1,48-49).
Por: ++Mons. Higinio Alas