Tata
Mío.
Nací de mujer,
me estrechaste en tus brazos
cuando María, mi madre
me entregó
a ti como tu hijo;
me apodaste Emanuel,
me llevaste a Egipto
para que la muerte anunciada
no me alcanzara.
Me abrazaste y me abrasaste
con alegre amor.
Fuiste el padre más feliz
de esta tierra conmigo
y yo el hijo, tata, más agradecido
por tu amor y enseñanzas.
Fecundaste en mí
una sementera llena de cosecha
una rama en flor que daría,
luego,
la blanca flor de la paz,
el perdón y la resurrección de la
humanidad plena.
Fui un niño y un joven
dichoso por tus abrazos y cariño
por haberme formado en carpintero como tú.
Gracias, Tata José, por tus consejos,
por respetar mis misterios,
mis silencios, por guardar
junto a mi madre
Todo lo que de mí no comprendías,
en tu corazón.
Tata , siempre cumpliste
la voluntad de mi Padre
tu “ Sí ” fue camino al Reino de Dios
Hoy, eres ejemplo de adopción amorosa
Adopción que todo papá hace
Cuando su hijo o hija nace.
Yo, Emanuel, tu hijo
Te agradezco, Tata José,
por haber dignificado y enaltecido
la fecundidad humana;
por haber acunado,
acunado el misterio salvífico
en tus brazos y en tu corazón
Te amo Tata José.
En este adviento los y las invito a pensar en
la adopción de tantos niños abandonados como lo hizo San José.
Ana Ligia Rovira Ugalde